Las tardes de verano tras los exámenes en Hogwarts eran las preferidas por todo el mundo. Césped fresco, sombras que te protegían del ya ardiente sol de finales de junio, un lago… Las tardes libres de sábado eran una delicia para Harry, sobretodo en esos raros momentos en los cuales se encontraba solo y a sus anchas para tumbarse en el césped y echarse una larga siesta. Le encantaba la sensación de la suave y tibia brisa de junio recorrerle la cara, con los ojos cerrados, e irse quedando dormido poco a poco, sentir la hierba y el cosquilleo que le producía en las mejillas. A veces, cuando estaba punto de caer dormido, sentía como si el viento le acariciara a propósito la cara y los labios, o como si el mismo viento posara un leve beso en sus labios.
Para cuando Ron o Hermione se acercaban para despertarlo, Draco Malfoy ya estaba de vuelta al castillo con cara traviesa.
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Las tardes libres de sábado eran una delicia para Harry, sobretodo en esos raros momentos en los cuales se encontraba solo y a sus anchas para tumbarse en el césped y echarse una larga siesta.
Le encantaba la sensación de la suave y tibia brisa de junio recorrerle la cara, con los ojos cerrados, e irse quedando dormido poco a poco, sentir la hierba y el cosquilleo que le producía en las mejillas.
A veces, cuando estaba punto de caer dormido, sentía como si el viento le acariciara a propósito la cara y los labios, o como si el mismo viento posara un leve beso en sus labios.
Para cuando Ron o Hermione se acercaban para despertarlo, Draco Malfoy ya estaba de vuelta al castillo con cara traviesa.
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